Triunfo: Dos de Tres Por La Puerta del Señor de Los Cristales

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Con un aforo corto y un sol candente inició el último festejo de la Feria de Cali en su edición 68, un cártel de tres naciones  y una ganadería de trayectoria. Al final del festejo 4 orejas y dos puertas grandes. Una ganadería bien presentada, con peso y trapío.

José Arcila – azul turquesa, oro y cabos blancos.

El inicio de la tarde del torero manizalita fue con manchadito, un bonito ejem empilar de Salento, con 460 kilos, buen mozo, armónico y de buen son, al que lanceó a la Verónica en seis ocasiones con mucha suavidad y llevándolo al caballo por delantales.

Brindó a su hermano mayor, Jorge. Tomó distancia, y citó muy templado. Con la derecha trazó muletazos largos a uno que mostraba algo de flojedad en sus extremidades delanteras.

Con un molinete inicio una nueva tanda, muy vertical y la muleta muy planchada a la cara del toro. Fueron trazos largos y muy aseados, el ejemplar acudía sin protestar el engaño, humillando con suavidad, mientras que Arcila aprovechaba lo entregado por el Salento. Una faena ortodoxa, sin recursos, quizás un poco sin la alegría que en ocasiones es necesaria, pero correcta en la estructura.

Tomó la espada y con mucha par imponía tomó camino a la cara del astado para torear por manoletinas, y buscar la igualada. Hubo un par de fallos y luego media espada que bastó para que doblara. La espada en partida triple para finiquitar y ver silenciada la labor.

En cuarto lugar Arcila tenía un desafío, sacar del aburrimiento al público, que había vivido una tarde abúlica. El cárdeno de salida iba  y cada vez que pasaba terminaba mirando los tendidos. Al caballo fue con la cara alta a recibir el castigo.

Luego de brindar al público, Arcila inicio una faena muy acerada, correcta, pero con el inconveniente que Belén no se acaba de entregar, miraba y media. Había división de opiniones, pero el toro era complejo de entender y José es un torero más de arte que de batalla. Un caminador y no encontrar las esencias dio como resultado una comparecencia sin trascendencia. La espada remató un trago amargo.

Luis David Adame – verde esmeralda, oro y remates en blanco.

El torero manito en primer término lidió a Cardenito, un toro que fue aplaudido desde la salida por si trapío. Con verónicas fue el corto saludo. El ejemplar cayó en dos ocasiones, doblando sus manitas.

Por delantales el toro llegó a la vara de Luis Viloria, para dar una pelea franca y metiendo riñones. Tres chicuelinas muy ceñidas y una revolara para dar paso a los palitroques, invitando a Jesús Enrique Colombo. Tercio en el que sus dos visitas quedaron en un solo palo, mientas que el venezolano dejó un par en todo lo alto.

Brindó entre barreras a un aficionado amigo suyo, armó la muleta e inició una faena entendida, por bajo fue buscando el camino, el cárdeno humillaba y perseguía al principio, pero empezó a descubrir al torero y vencerse por el izquierdo. Se hizo corto y bajo la estética, medios muletazos y remates apretados.

Trato de matar recibiendo pero no le funciono, luego media y el descabello por par5ida doble. Palmas al toro. Y silencio al hidrocálido.

Tras una tarde que se hacía larga y pesada l esperanza estaba en Adame y el torero tomó rumbo al frente de la puerta del toril para saludar con una larga cambiada  a un cárdeno de menos cuerna que sus hermanos. Verónicas y revolara aplaudidas, sin llegar a ser de gran aporte al arte. Las palmas quizás por la ausencia de algo más que adular.

Mochito peleo en el caballo y palmas para el montado. Por zapopinas, mezcladas con caracoles y una revolara, subiendo el ambiente en la plaza.

Con las banderillas altibajos. Brindó al público y con un pase cambiado por la espalda y luego por alto, la música afloró y Adame poco a poco metiendo en la muleta las embestidas del de Salento, que al terminar los muletazos  salía suelto, hasta el punto de aburrirse.

El joven torero mexicano realizó algunos desplantes frente a la cara de uno que no quería saber nada de lo que estaba frente a él. Mato de estocada completa y certera. El público explotó y pidió el trofeo que a la postre el presidente entregó por partida doble inexplicablemente. Cuentan, pero no valen.

Jesús Enrique Colombia – tabaco, oro y cabos blancos

Colombo salió con alegría a saludar a Tiplecito, pero luego de la vara fue cambiado por reparos en la vista.

El bis acudió con presteza a las verónicas que Colombo le planteó. Manchego dio pelea al montado. El venezolano remató por luciéndose con el capote.

En banderillas invitó al torero mexicano. Tres pares que agradaron al público.

Brindó al público y todo se tornó tedioso. Un ejemplar manso, huidizo y sin esperanzas. Colombo dejó una espada completa. Pitos al toro y silencio a Colombo.

En sexto lugar salió un cárdeno que con alegría fue a la capa del venezolano para un par de verónicas y luego de la vara algunos quites comprometidos por lo pegajoso del astado.

Tres pares de muy buena ejecución y colocación entregó Colombo a la afición que asistió a la plaza.

Brindó a los empresarios de Toro Vive., armó la muleta y en el centro del ruedo citó al ejemplar que en tres ocasiones  paso con mucha presteza. Luego  tandas donde el toro siempre terminaba el recorrido con la cara arriba.

Colombo puso toda su voluntad y torero acomodándose a las circunstancias y complejidad del ejemplar. El torero de la hermana república hizo mucho con poco, trato de agradar y lo consiguió. Mato de estocada casi completa. Dos orejas para no defraudar a público.

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