JUANGUI EN BOGOTÁ: NADIE MORDIÓ LA MANZANA

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Redacción: Juan Guillermo Palacio – Foto: Sandra Mora

Palmas para Sebastián Caqueza y Santiago Fresneda como premio mayor en una novillada sin mordiente

Bogotá – Colombia. Ninguno de los novilleros se comió la manzana. Colgaba del árbol más frondoso, reluciente, roja y apetitosa. La serpiente estaba pérdida en un sueño profundo. Dios, ocupado haciendo interventoría de obras. El Paraíso, multicolor y exuberante, les fue ofrecido por el creador para que se adueñaran de él y formaran allí su reino. Pero a la novillada de El Paraíso le faltaron monteras. El juego que tuvieron los novillos, justo pero suficiente, se fue perdiendo sin que nadie cobrara el premio mayor.

Al menos cuatro novillos funcionaron, si es que no fueron los seis. Al cuarto lo derrotaron en varas, y al sexto le enseñaron cómo no debía embestir. Un encierro de bravura justa, pero con la calidad suficiente para saciar el hambre de todos los invitados.

El colombiano Sebastián Caqueza, cabeza de cartel, llegó a palpar con sus manos la manzana. La acarició, le sacó brillo con lances y muletazos finos. Estuvo muy tentado a partir en dos la rama del árbol y robarse a Eva. Momentos de toreo suave y caro, el mismo que le admiramos a las figuras en Manizales. Limpieza, temple, acompasar y acompañar, llevar con solvencia.  Pero la corrida es un espectáculo y la frialdad la antítesis. La de Sebastián, purista, toreando para él, y la del público, que no se dejó tocar por esa belleza simple y escueta. Una faena de trofeos en otra plaza que se despidió en silencio por la puerta de atrás de la difícil Santamaría.

Tampoco tuvo Caqueza desquite con el cuarto, un colorado que cualquier vaca suegra le presentaría a sus hijas. Un estrellón en un burladero y una sobredosis de vara le redujeron la escaza fuerza y el toro se vino a menos.

A la manzana tampoco se la comieron los otros dos alternantes. El mejicano Castellanos pasó desapercibido. No fue capaz de cogerle el sitio al toro nacional. Algunos chispazos ilusionantes de mando, insuficientes para convencer. Pegado de brazos y de cintura, torea a ratos con el píe atrás. Otro torero frío. Le falta ser más chingón.

Santiago Fresneda, hijo de gitanos, echó ganas y valor. Torero dinámico (ciencia que estudia el movimiento). Su tauromaquia se debate entre el toreo clásico y el espíritu delirante que heredó de su padre, el capitán América. Acude al segundo estilo cuando el toro empieza a hacer las preguntas difíciles, pero no termina de interpretarlo con la misma ebullición de su progenitor, que fue un volcán. Toreo de piernas, de recortes contraproducentes y algo veloz.

Los novilleros de antes llegaban a la Santamaría placeados en plazas de pueblo, talanqueras y burdeles. Sumaban cientos de kilómetros en su licencia de conducción. Se habían curtido en el mundo, experiencia que les daba argumentos milenarios para enfrentar los problemas que planteaban los toros. Los de ahora son más académicos, les falta trabajo de campo. No es su culpa, son víctimas del aquietamiento que vive la fiesta.

El toro de Domecq está diseñado para que ricos y pobres entren al cielo por el ojo de la aguja. Cuántas veces, en Colombia, son los jóvenes los que tienen que tragar saliva y arrear con las corridas más duras.

El rocío de la mañana le dará más brillo a la manzana. Es tan difícil ser Adán. Mañana la serpiente estará nuevamente arisca siguiendo las instrucciones del creador. Para ganarse el paraíso no es suficiente dar limosna y rezar.

Ficha del Festejo

Bogotá, Temporada Taurina 2018 “La Santamaría, símbolo de la Libertad”. Sábado, 20 de enero. Primer festejo, novillada. Cielo despejado, tarde fresca. Se lidiaron novillos de El Paraíso (Domecq), pareja en presentación (salvo el primero) y en juego. Toros con suficiente juego y movilidad, especialmente el primero y el sexto. Les faltó duración y monteras. Sebastián Caqueza: palmas y silencio. Luis Manuel Castellanos (mexicano): silencio y silencio. Santiago Fresneda: leves palmas y silencio.

La temporada continúa hoy domingo 21 de enero con los toros de Mondoñedo, ganadería de culto, para el colombiano Ramsés y los españoles Manuel Escribano y Román. Plato fuerte.

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